Con el tiempo se aprende donde encontrar la paz, la calma, donde y
como desconectar, encontrar la belleza, la naturaleza. En el mar,
las olas, en el caer impreciso de las hojas, en el baile de los
arboles al compás del viento, en el juego de luz y sombra de un
barrio encantado, en el calor hipnotizante de una hoguera, en el
rumor del agua, en un cielo estrellado. Sin embargo, están en
espacios distintos, momentos exactos, donde se para el tiempo y
ocurre la magia.
Un día encontré algo, que me hizo sentir lo mismo que todas las
experiencias anteriores, pero a la vez, en conjunto. Algo profundo,
sublime, infinito. Me perdí en su inmensidad, y aun sabiendo que
estoy vagando sin rumbo ni sentido, no siento la necesidad de volver.
Volver a la realidad a lo terrenal. EL PODER DE UNA MIRADA, te
envuelve, te atrapa, te encadena. Y aunque ese poder va perdiendo su
efecto, perdura indefinidamente en el tiempo. Como una obra de arte,
expresada en un inicio, retenida eternamente. Aun así este poder es
renovado cada vez que vuelve a ser vivido, construyendo un laberinto
que parece no tener fin.
¿Este poder solo me puede hechizar a mi? ¿O solo soy otro pobre
marinero a la deriva, por el canto de las sirenas? Solo se que hace
tiempo que entre en el laberinto, que los días pasan, que las noches
pesan y yo sigo aquí encerrado. (¿Buscando una salida?) Quizás me
gusta estar perdido, quizás no quiero librarme de estas cadenas.
¿Estoy cerca de la salida? ¿A caso hay alguna salida?
Ando desorientado, confuso, sin saber si hoy estoy mas cerca que
ayer, si es que esto se trata de avanzar...
No he encontrado nadie más dentro de este laberinto pero algo me
dice que no estoy solo. ´¡Ya sé!son los dioses que me han tendido
una trapa, detrás de esa mirada debe de haber un poder divino, algo
superior, a la espera de encontrar a inocentes que pueda cazar.
¿Tiene todo esto algún propósito? Se trata de una prueba... No,
quizás debo encontrar algo, un tesoro, ¡Claro debe de ser eso un
tesoro! Aún así... No tengo mapa, ni brújula. Da igual, seguiré
las estrellas, al fin y al cabo, me han traído hasta aquí.
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